Belgrado, 15 jul (PL) Como una bocanada de aire fresco en esta tórrida tarde belgradense recibieron los serbios la victoria de su as del tenis Novak Djokovic que le hizo merecedor de la codiciada copa Wimbledon 2018.
Tras un alejamiento de las canchas de un año, como consecuencia de una lesión en el codo derecho que le provocó una serie de problemas físicos y emocionales, DjokerNole, como le nombran aquí por su cuenta en Twitter, se impuso por 6-2, 6-2, 7-6 al sudafricano Kevin Anderson.
El duelo, sin ser de grandes emociones, mostró sus aristas tensas en los últimos games del tercer set, ante la férrea resistencia del sudafricano de 32 años y octavo del mundo según el ranking de la Asociación Internacional de Tenis (ATI).
Tanto Djokovic (31 años) como Anderson llegaron a esta final con los rigores del agotamiento generados por la semifinal, en la que el sudafricano necesitó seis horas y 35 minutos para imponerse al estadounidense John Isner y el serbio consumió cinco horas y 17 minutos para vencer a la estrella del momento, el español Rafael Nadal.
El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, fiel seguidor de la carrera profesional y pública de Djokovic, escribió en su cuenta en Twitter sobre el triunfo de hoy:
«He aquí el grandioso retorno del deportista supremo y gran hombre, quien demostró que para la realización de resultados fuera de serie se precisa de mucha paciencia, valentía y duro trabajo. @DjokerNole».
Por su parte, la televisión pública tituló su cobertura del choque de hoy con la expresión «El retorno del rey: Djokovic obtuvo el cuarto trofeo en Wimbledon«.
La población serbia pudo seguir en vivo el match a través de la televisión, que consiguió llenar los bares y cafés, muy abundantes en el país y sobre todo en la capital, mientras quienes prefirieron la tranquilidad y la sombra del hogar irrumpieron en gritos en el momento del raquetazo final y el grito unánime no se hizo esperar.
En tanto, con el trofeo en mano, desde la pantalla se pudo observar a un Djokovic emocionado y sonriente dirigir las primeras palabras a Stefan, su hijo de tres años, quien por primera vez pudo verlo en una competencia y gritar ¡papá, papá! desde las gradas, gracias a la amabilidad de los organizadores que lo permitieron.
Y no olvidó referirse a los duros momentos vividos desde que allí mismo, en Wimbledon, el 12 de julio del año pasado, se retiró de la cancha debido a los dolores insoportables por una lesión en el codo derecho, y hoy, tras dura lucha contra todas las adversidades, pudo levantar la dorada copa y mostrarla al pequeño Stefan y al mundo.
Ovación desde Serbia a Djovokic por su victoria en Wimbledon
Por Roberto Molina Hernández